En 1839 los sepultureros que trabajaban en la abadía de Romsey se toparon por sorpresa con un féretro. En su interior estaba la trenza misteriosa cuyo origen aún no ha sido desvelado
En 1839 los sepultureros que trabajaban en la abadía de Romsey se toparon por sorpresa con un féretro. En su interior estaba la trenza misteriosa cuyo origen aún no ha sido desvelado